Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. Con lo cual dedujo que en realidad aún no se había despertado. Se despertó al cabo de un rato, y efectivamente el dinosaurio ya no estaba allí. Quien estaba era su marido, y por un segundo añoró al dinosaurio. Llevaba días soñando con seres maravillosos, y al despertar el único que seguía allí era su marido. Después de más de veinte años de matrimonio de pronto le pareció excesivo que su marido todavía siguiera allí y esa misma mañana le dijo, sin rencor, casi sonriendo:
–Hoy he soñado con un dinosaurio, y era un sueño tan bonito y tan real que me he despertado convencida de que seguiría allí. Pero no, allí solamente estabas tú...
El marido casi sonrió también, pero no dijo nada. Desayunaron en silencio como cada mañana, y como cada mañana bajaron las escaleras juntos, se dieron un beso y se fueron al trabajo. Cuando regresó, a media tarde, encontró esta nota de su marido: “No creo que yo haya soñado nunca con un dinosaurio. Pero hace ya muchos años que cuando me despierto tú ya no estás allí. Lo siento”.
Tras el primer susto, debido a una respuesta que parecía más fruto del resentimiento que de una contrición sincera, la mujer experimentó un alivio difícil de explicar. No lo celebró de ninguna manera, porque era una alegría demasiado íntima, y como si no hubiera cambiado nada, se fue a dormir a la misma hora de siempre y puso el despertador a la misma hora. Esa noche no soñó ni con dinosaurios, ni con unicornios, ni con dragones, sino con su marido. Después de tantos años, era absolutamente lógico que la primera noche que no dormía con él todo fueran imágenes del hombre con el que había compartido la mitad de su vida. Complicidades, deseo, hijos, dificultades, amor, risas, silencios, broncas, ausencias, dolor. Todo esto ya era pasado.
Sin embargo, cuando despertó, su marido todavía estaba allí.
"Dinosaures" són microcontes escrits per Pep Puig i dibuixats per Maria Gargot.