¿Os acordáis?

Nos cambiaron las cosas de sitio con nosotros dentro

Autor Redacció
«Aquesta cançó és tan llarga com el temps que ha durat el confinament». Albert Pla ha publicat la cançó ¿Os acordáis?, feta durant la pandèmia, en què reflexiona amb ironia sobre l'impacte que la crisi del Covid-19 ha tingut arreu del món.


¿Os acordáis?
El mundo cambió mucho, 
y cuando digo que el mundo cambió mucho
no lo digo por decir, lo digo en serio, 
que de pronto el mundo se volvió loco, muy loco, perdido.
¿Os acordáis?
Fue todo tan repentino,
todas las cosas del mundo de pronto cambiaron de sitio.
¿Os acordáis?
Todos estábamos perdidos.
Ese día todos amanecimos en países distintos,
paisajes inauditos, lugares remotos.
Qué insignificantes somos. 
Nos cambiaron las cosas de sitio con nosotros dentro.

¿Os acordáis? 
Hubo confusión e histeria,
parecía mentira, nadie lo comprendía.
Éramos como hormiguitas cuya cabecita
no explica al pie que las pisa «somos tan pequeñitas»,
eso no se entendía.
¿Os acordáis? 
Berlín estaba en la China,
las personas de Sevilla amanecieron en Hungría,
Roma estaba en Katmandú y Helsinki en Iguazú,
y Moscú... eso no lo sabes ni tú,
y Moscú... eso no lo sabes ni tú.

¿Os acordáis? 
El mundo cambió mucho, 
y cuando digo que el mundo cambió mucho
no lo digo por decir, lo digo en serio, 
porque de pronto los continentes y los mares,
los desiertos y los glaciares,
las montañas y ríos y bosques y selvas
y valles, pantanos y estepas
también se sumaron al caos
y eligieron cambiarse de sitio.
No hubo terremotos ni ningún cataclismo,
fue todo suavecito, fue como un susurro suspirado al oído.

¿Os acordáis? 
París estaba en el Congo,
las personas de Estocolmo amanecieron en Kyoto,
un vikingo en Malibú y Alburquerque en Tombuctú,
y el Perú... eso no lo sabes ni tú,
y el Perú... ​eso no lo sabes ni tú.

¿Os acordáis? 
¿Recordáis el Everest?,
que se alzaba como un dios en frente de Jerusalén.
Faltaba fe, faltaba fe para entender.
¿A dónde vamos? ¿De dónde venimos?
De donde veníamos todos parecíamos tenerlo muy claro
pero hacia donde vamos ya era un asunto un poquitito mucho más delicado.

¿Os acordáis?
Fue todo tan asombroso,
a algunos nos pareció  realmente gracioso,
incluso divertido, ver el mundo tan cambiado
y nos reímos un poco.
Pero pronto nos dejamos arrastrar por el pesimismo
y nos juntamos al resto de humanos
para poder resolver el maldito misterio.

¿Os acordáis?
Éramos tan vanidosos,
se pensaban los humanos que si se ponían de acuerdo,
si luchaban todos juntos, podrían dominar el mundo.
¿Os acordáis? 
Mejor voy a repetirlo...
Se pensaban los humanos que si se ponían de acuerdo,
si luchaban todos juntos, podrían dominar el mundo.

¿Os acordáis? 
Fue un completo fracaso.
Ese mundo que antes era todo nuestro,
ese mundo del que nos creíamos los dueños
simplemente seguía girando sin nuestro permiso.
Razonar es de tontos y nosotros tan locos
exprimiendo los sesos muy serios,
tozudos y muy concienzudos,
levantando las manos suplicándole al cielo y pidiendo socorro.

¿Os acordáis? 
Cómo gritábamos «socorro»,
como pide socorro piando un pobre pajarito,
como pollos descabezados profundamente humillados.
Estábamos desubicados, estábamos desparramados,
todos desordenados errando por el globo terráqueo
sin razón ni motivo, sin sentido ni rumbo,
sin meta ni destino ni objetivo ninguno,
sin ton ni son, sin ton ni son,
sin ton ni son, sin ton ni son.

¿Os acordáis?
Washington estaba en Japón,
el Titicaca en Arabia y el Danubio en Groenlandia,
los cosacos en Kabul y pigmeos en Cancún
y Estambul... eso no lo sabes ni tú,
y Estambul... ​eso no lo sabes ni tú.

¿Os acordáis?
El mundo cambió mucho.
Algunos nos adaptamos, algunos más que otros,
unos más y otros menos, unos poco, otros mucho,
y otros como buenamente pudieron.
Los que algún día fueron dueños de algo 
fueron desvalijados.
Los que alguna vez se sintieron muy de algún sitio
lo pasaron peor que ninguno.
Los líderes del mundo perdieron el rumbo.
Los charlatanes se quedaron mudos,
los falsos profetas fueron desenmascarados,
se cayeron sus dioses de barro.
Los reyes quedaron sin reino,
los sabelotodo, humillados,
los científicos más listos parecían tontitos.
No, no somos nada.
No, no somos nada.
No, no somos nada.
No somos nada,
no somos nada cantaba una cantante
nacida en Alicante
en lo alto de los Andes.
¿Qué es una persona sin la gente que ama?
¿Qué es el futuro si de tu pasado ya no queda nada?,
¿Qué es un político sin un guardaespaldas?,
¿Qué es un militar sin sus armas?,
¿Qué es un científico sin vacuna?,
recitaba un poeta bajo la luz de la luna.

¿Os acordáis?
Fue una auténtica tragedia,
un gran drama en clave de comedia,
una farsa donde la gente interpreta el papel
de aquel que siempre tropieza dos veces con la misma piedra.
Siempre pasa lo que no te esperas,
nada sale como uno desea.
Nunca sabes dónde te equivocas
pero eso ya a nadie le importa
porque todo se puede volver en tu contra sin darte ni cuenta.

¿Os acordáis?
Se nos cortó la mayonesa
pues nuestra querida Tierra nos guardaba otra sorpresa:
de repente las personas éramos de otra manera.
La gente cambió de forma,
ya no eran como eran.

¿Os acordáis?
Niños con dos cabezas,
otros con el pie en la oreja
y otro el pito entre las cejas.
Una mano en Malibú y el corazón en Tombuctú.
¿Qué harías tú? Eso no lo sabes ni tú,
¿Qué harías tú? Eso no lo sabes ni tú.

¿Os acordáis?
Fue un gran galimatías
a pesar de que algunos pidieron perdón a la Tierra.
«Pacha mama, mama tierra».
Otros dijeron que no, que la culpa era de ella
«Vaya mierda de planeta»
Otros simplemente dijeron «la Tierra está enferma»,
no era un simple planeta relleno de piedras
y lava, y de fuego y arena,
era un pobre ecosistema que tenía sus propios problemas.
¿Cómo estaba el planeta?
Estaba majareta.
¿De qué sirven los medicamentos si nadie comprende el prospecto?
¿De qué sirve una noche de invierno? 
Cuidado que esto se acaba.
¿De qué sirve una noche de verano?
Cuidado que esto se acaba, se acaba, se acaba.
 

Albert Pla durant un concert. Foto: Arxiu professional

Data de publicació: 01 de juliol de 2020
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