Cinco horas con Mario, de l'escriptor Miguel Delibes (Valladolid, 17 d'octubre del 1920 - Valladolid, 12 de març de 2010), va ser publicada el 1966. A l'edició de Destino publicada el 2000, hi ha una introducció feta per Antonio Vilanova, en què recull diversos fragments de Delibes sobre l'escriptura. Us n'oferim 14.
1. Crear tipos vivos, he ahí el principal deber del novelista. Unos personajes que vivan de verdad pueden hacer verosímil un absurdo argumento, relegar, hasta diluir su importancia, la arquitectura novelesca y hacer del estilo un vehículo expositivo cuya existencia a penas se percibe. Poner en pie unos personajes de carne y hueso e infundirles aliento a lo largo de doscientas páginas es, creo yo, la operación más importante de cuantas el novelista realiza.
2. Una novela es buena cuando pasado el tiempo después de su lectura, los tipos que la habitan permanecen vivos en nuestro interior, y no sólo los recordamos, sino que somos capaces de presumir sus reacciones ante las incidencias de la vida diaria. Visto desde este ángulo, el personaje se convierte en eje de la novela y su carácter prioritario se manifiesta desde el momento en que el resto de los elementos que integran la ficción deben plegarse a sus exigencias.
3. Toda novela tiene algo de autobiográfico, porque hay que distinguir entre lo que tú has vivido, lo que podrías haber vivido, lo que quisieras haber vivido y lo que temes o presientes que vivirás.
4. Es curioso, después de escribir una veintena de libros, analizar lo que hay en ellos de autobiográficos, de observado o de inventado. Creo que el novelista mezcla proporcionalmente lo que vive, lo que ve y lo que imagina. En sustancia pienso que el arte de novelar consiste en acertar, ensamblar estos materiales de distinta procedencia en una misma historia.
5. A mi juicio, el novelista auténtico se nutre de la observación y la invención tanto como de sí mismo. El novelista auténtico tiene dentro de sí, no un personaje, sino cientos de personajes. De aquí que lo primero que el novelista debe observar es su propio interior. En este sentido, toda novela, todo protagonista de novela, lleva en sí mucho de la vida del autor. Vivir es un constante determinarse entre diversas alternativas. Mas, ante las cuartillas vírgenes, el novelista debe tener la imaginación suficiente para recular y rehacer su vida conforme otro itinerario que anteriormente desdeñó. Imaginativamente puede, pues, recrearse. Por aquí concluiremos que por encima de la potencia inventiva y del don de observación, debe contar el novelista con la facultad de desdoblamiento: no soy así pero pude ser así. Dar testimonio, en una palabra, no sólo de lo que le ha ocurrido, sino de lo que podría haberle ocurrido en cada caso y cada circunstancia.
6. Yo traslado a mis personajes los problemas y las angustias que me atosigan, o los expongo por sus bocas. En definitiva, uno, si es sincero, se desdobla en ellos. Para mí, en el novelista, sobre el sentido de observación debe prevalecer la facultad de desdoblamiento: yo soy así, pero pude ser de otra manera. E imaginar cómo hubiera actuado de haber nacido en otro medio o en otra circunstancia.
7. Yo he sido siempre novelista de personajes, y de ahí, quizá, la facilidad con que mis novelas han sido adaptadas al cine o al teatro. Sencillamente he poblado mis libros con unos tipos tan definidos desde el punto de vista humano, que harían creíble la más absurda peripecia. [...] Lo fundamental para mí ha sido siempre el personaje: un personaje sobre determinado fondo y con una pasión que lo mueva.
8. La elección de cualquiera de estas fórmulas, en contra de lo que la gente cree, no es caprichosa, viene impuesta tanto por el tema como por los personajes, que así revelan, a las primeras de cambio, el alto rango de su jerarquía artística. El problema de un pueblo en la agonía, que es el caso de mi novela Las ratas, no puede plantearse técnicamente lo mismo que el de un hombre acosado por la incomprensión, la mediocridad y la estulticia, que es el caso de mi novela Cinco horas con Mario. En última instancia, serán este hombre, Mario, y los habitantes de aquel pueblo, en definitiva los personajes, quienes determinen la fórmula o la técnica a utilizar: cada tema no tiene más que una solución adecuada dentro de cada cabeza. El novelista está obligado a buscarla.
9. La misión del novelista consiste en descifrar al hombre, y, consecuentemente, su sitio debe estar cerca del hombre. Únicamente viviendo a su lado podré un día desentrañarlo [...]. El novelista ha venido al mundo para eso, para descubrir lo que hay de cierto y de postizo en el hombre, para darnos su auténtica dimensión. Captar la esencia del hombre y apresarla entre las páginas de un libro es la misión del novelista. Una novela no es sino eso y el libro será tanto mejor cuanto más sincera y profundamente se haga.
10. La universalidad de una novela no la impone un enfoque ambicioso ni el hecho de barajar en ella encumbrados personajes. La universalidad, a mi juicio, deriva de la agudeza y penetración con que se observa un pedazo de mundo, por pequeño que éste sea, y a través de su interpretación y de su juego bien calculado de reflejos y resonancias, ofrecer una visión del mundo todo, de la vida toda.
11. Escribiendo de y en un pueblo minúsculo se puede ser un escritor universal. La universalidad no estriba en dibujar tiempos comunes o estrafalarios, sino en ahondar en el hombre y acertar con su última diferencia. Alumbrar el pedazo de mundo que le ha caído en suerte es la más excelsa tarea del novelista.
12. En cualquier proyecto de novela existen unas imposiciones de los personajes que no deben eludirse y otras imposiciones del propio novelista aunque, a la postre, sean las directrices de éste las que prevalezcan [...]. Es incontestable que una novela puede malograrse tanto porque la personalidad del autor se muestra tan absorbente que acaba por anular las de sus criaturas, como porque el novelista, de concesión en concesión, en un exceso de simpatía y respeto hacia sus muñecos, pierda el timón de la nave y termine por naufragar. El hallazgo de la fórmula pertinente es, pues, una operación anterior a la novela, en la que los personajes, bullentes ya en la imaginación del autor, pero aún nonatos, tienen decisiva influencia. La búsqueda de la fórmula oportuna es quizá el momento más delicado de la creación.
13. A pesar de ser la novela un género literario de ficción, esto es, algo que se presume inventado, es incuestionable que ningún narrador ha acertado a prescindir de sí mismo a la hora de redactar sus obras. Mas, ante esta obviedad, cabe preguntarse: ¿Qué parte de sí revela el novelista en sus personajes? ¿En qué medida se desnuda en ellos? ¿Qué hay en toda novela de autobiografía? La novela es también, en este sentido, un equilibrio. No se discute que la vida vivida trasciende en un relato, pero, junto a ella, desempeñan importante papel la visión del mundo y la imaginación del narrador, es decir, lo que éste ve y lo que inventa, su sentido de observación y su capacidad fabuladora [...]. En cualquier caso, si lo que nos da el novelista en sus novelas es una personal visión del hombre, en raras ocasiones, por imaginativo que sea, prescindirá de sí mismo, el hombre de entre todos que mejor conoce. Ya tenemos, pues, en principio, una base autobiográfica en toda obra de ficción, base que no solamente se alimenta de la peripecia externa del fabulador sino también de su filosofía.
14. Yo comencé este libro con Mario vivo y, después de recorrer así cien páginas advertí, como creo haber dicho ya, que su pretendida pureza (la de Mario) sólo podría convencernos si nos llegaba como un eco, por resonancia. Entonces le maté. Y reinicié el libro abriéndolo con su esquela.
* 1, 2, 8 i 12. Miguel Delibes, "Los personajes en la novela", La Vanguardia, Barcelona, 20 de desembre de 1980.
* 3, 6 i 7. César Alonso de los Ríos, Conversaciones con Miguel Delibes, editorial Magisterio Español.
* 4, 5 i 14. Miguel Delibes, Un año de mi vida. Destino.
* 9, 10 i 11. Miguel Delibes, "La universalidad del escritor", La Vanguardia, Barcelona, 3 de gener de 1981.
Tast editorial és la manera com deixem degustar als nostres lectors un fragment o un capítol dels llibres que trobem que val la pena llegir.