Este adiós no maquilla un hasta luego,
este nunca no esconde un ojalá,
estas cenizas no juegan con fuego,
este ciego no mira para atrás.
Este notario firma lo que escribo,
esta letra no la protestaré.
Ahórrate el acuse de recibo,
estas vísperas son las de después.
A este ruido tan huérfano de padre
no voy a permitirle que taladre
un corazón podrido de latir.
Este pez ya no muere por tu boca.
Este loco se va con otra loca.
Estos ojos no lloran más por ti.
Esta sala de espera sin esperanza.
Estas pilas de un timbre que se secó.
Este helado de fresa de la venganza.
Esta empresa de mudanza
con los muebles del amor.
Esta campana mora en el campanario.
Esta mitad partida por la mitad.
Estos besos de Judas, este calvario.
Este look de presidiario.
Esta cura de humildad.
Este cambio de acera de tus caderas.
Estas ganas de nada menos de ti.
Este arrabal sin grillos en primavera.
Ni espaldas con cremalleras
ni anillos de presumir.
Esta casita de muñecas de alterne.
Este racimo de pétalos de sal.
Este huracán sin ojos que lo gobiernen.
Este jueves, este viernes
y el miércoles que vendrá.
No abuses de mi inspiración,
no acuses a mi corazón
tan maltrecho y ajado
que está cerrado por derribo.
Por las arrugas de mi voz
se filtra la desolación
de saber que estos son
los últimos versos que te escribo.
Para decir "con Dios" a los dos
nos sobran los motivos.
Este museo de arcángeles disecados.
Este perro andaluz sin domesticar.
Este trono de príncipe destronado.
Esta espina de pescado.
Esta ruina de Don Juan.
Esta lágrima de hombre de las cavernas.
Esta horma de zapato de Barba Azul.
Que poco rato dura la vida eterna
por el túnel de tus piernas
entre Córdoba y Maipú.
Esta guitarra cínica y dolorida
con su terco knock, knockin'on heaven's door.
Estos labios que saben a despedida,
a vinagre en las heridas,
a pañuelo de estación.
Este ladrón aparcado en tu toga.
La rueca de Penélope en Luna Park.
Estos dedos que sueñan que te desnudan.
Esta caracola viuda
sin la pianola del mar.
No abuses de mi inspiración,
no acuses a mi corazón
tan maltrecho y ajado
que está cerrado por derribo.
Por las arrugas de mi voz
se filtra la desolación
de saber que estos son
los últimos versos que te escribo.
No abuses de mi inspiración,
no acuses a mi corazón
tan maltrecho y ajado
que está cerrado por derribo.
Por las arrugas de mi voz
se filtra la desolación
de saber que estos son
los últimos versos que te escribo.
Para decir "con Dios" a los dos
nos sobran los motivos.